La transformación digital en el modelo de salud en México: más allá de la tecnología, el reto humano y la Resistencia al Cambio
La transformación digital ha llegado para quedarse, y en el sector salud, su avance representa una promesa de mayor eficiencia, mejor atención al paciente, y una gestión más ágil de los recursos. Sin embargo, a pesar de los avances tecnológicos disponibles, México enfrenta un desafío persistente y profundo: la resistencia al cambio por parte de los actores del ecosistema de salud.
Esta resistencia no solo retrasa la adopción de soluciones digitales, sino que también limita su potencial para mejorar la calidad del servicio médico, ampliar el acceso y reducir costos. ¿Por qué, entonces, resulta tan difícil implementar estas innovaciones en un sistema que tanto las necesita?
El ecosistema de salud mexicano: una estructura compleja
Para entender la resistencia al cambio, primero debemos comprender la complejidad del ecosistema de salud en México. Este está compuesto por diversos actores:
Instituciones públicas (IMSS, ISSSTE, Secretaría de Salud)
Proveedores privados (hospitales, clínicas y laboratorios)
Profesionales de la salud (médicos, enfermeras, personal administrativo)
Aseguradoras y gestores de beneficios
Empresas tecnológicas de salud (HealthTech)
Pacientes (como usuarios activos o pasivos del sistema)
Cada uno de estos actores tiene necesidades, intereses y formas de operar diferentes. Implementar una transformación digital que los abarque a todos requiere no solo tecnología, sino una visión compartida, voluntad política y una estrategia de cambio bien estructurada.
¿Qué entendemos por “resistencia al cambio”?
La resistencia al cambio no es simplemente una negativa directa o una actitud de rechazo. A menudo es más sutil:
Desinterés o apatía
Falta de capacitación
Miedo a lo desconocido o a perder el empleo
Desconfianza en la tecnología
Creencias arraigadas en métodos tradicionales
En México, estos factores se presentan a todos los niveles: desde el médico que prefiere llenar expedientes a mano, hasta el directivo institucional que posterga la inversión en digitalización por miedo a los costos o la complejidad.
Factores que alimentan esta resistencia
a) Falta de capacitación digital
Uno de los retos más grandes es la brecha en habilidades digitales. Muchos médicos, enfermeros y administrativos no han sido capacitados en el uso de tecnologías como historias clínicas electrónicas, telemedicina o plataformas de interoperabilidad. La falta de formación universitaria en estas áreas también contribuye a este rezago.
b) Infraestructura desigual
En áreas rurales o marginadas, la conectividad, el acceso a dispositivos y la infraestructura básica son insuficientes. ¿Cómo esperar una adopción digital donde ni siquiera hay internet confiable? Esta brecha digital no solo es tecnológica, sino también económica y geográfica.
c) Cultura organizacional conservadora
El sistema de salud en México, especialmente el público, tiende a tener una estructura jerárquica y poco abierta a la innovación. Esto desalienta a los empleados a proponer o adoptar cambios. Las decisiones suelen centralizarse y la innovación desde abajo rara vez encuentra eco.
d) Regulación fragmentada
Aunque existen esfuerzos normativos (como la NOM-024 en expedientes clínicos electrónicos), la regulación en salud digital aún es limitada y poco clara. Esto genera incertidumbre legal y frena la innovación. Además, la falta de interoperabilidad entre sistemas públicos y privados complica la integración tecnológica.
e) Miedo al cambio generacional
Muchos profesionales de la salud, especialmente aquellos con más años de experiencia, pueden sentir que la tecnología amenaza su forma de trabajo o incluso su relevancia profesional. Este miedo, aunque comprensible, debe ser gestionado con empatía y formación adecuada.
Casos que muestran el potencial... y la resistencia al cambio
Durante la pandemia de COVID-19, muchos hospitales y clínicas se vieron obligados a adoptar soluciones digitales rápidamente: consultas virtuales, sistemas de monitoreo remoto, apps de seguimiento, etc. Estos casos mostraron que sí es posible adaptarse cuando hay presión suficiente.
Pero también quedó claro que, una vez pasada la urgencia, muchos regresaron a sus prácticas tradicionales. Esto evidencia que el cambio forzado no siempre se convierte en cambio sostenible.
En contraste, algunas instituciones privadas y startups en salud han logrado mantener e incluso escalar sus soluciones digitales tras la pandemia, lo cual demuestra que, con liderazgo y visión, el cambio es posible.
El papel del liderazgo en la transformación digital
Un factor clave para superar la resistencia es el liderazgo. Las instituciones que han logrado avances significativos en salud digital tienen algo en común: líderes con visión, compromiso y la capacidad de influir en sus equipos.
Estos líderes entienden que la transformación digital no es solo tecnológica, sino humana. Requiere trabajo en cultura, comunicación, acompañamiento y capacitación continua. También saben gestionar el riesgo y manejar la incertidumbre regulatoria con estrategias adaptativas.
Los líderes más efectivos son aquellos que logran involucrar a todos los niveles del personal, creando espacios de diálogo, escuchando inquietudes y ofreciendo formación personalizada.
¿Qué se necesita para impulsar el cambio?
- Educación y sensibilización
Es fundamental que todos los actores entiendan el valor de la transformación digital. Esto se logra con campañas de sensibilización, casos de éxito y formación continua. Los profesionales deben ver la tecnología como una herramienta aliada, no como una imposición. - Incentivos alineados
Desde políticas públicas hasta programas institucionales, los incentivos deben estar alineados para premiar la adopción de tecnologías que mejoren la eficiencia y la calidad del servicio. Esto puede incluir beneficios fiscales, financiamiento público o bonos por resultados. - Políticas públicas claras
Se necesita una hoja de ruta nacional en salud digital, con normativas actualizadas, objetivos concretos y un marco regulatorio que brinde seguridad a los proveedores de tecnología y a los usuarios. Esto debe incluir estándares de interoperabilidad, protección de datos y certificación de plataformas. - Participación del paciente
El empoderamiento del paciente también puede ser un catalizador. Pacientes que exigen servicios digitales (agendas en línea, recetas electrónicas, teleconsultas) presionan positivamente al sistema. Además, cuando el paciente percibe un beneficio tangible, aumenta su participación activa en el cuidado de su salud.
Conclusión: del miedo al cambio al deseo de innovar
La transformación digital en salud no será una realidad en México si no se aborda el verdadero obstáculo: la resistencia al cambio. Superarla implica trabajar no solo con tecnología, sino con personas, cultura y liderazgo.
Estamos en un punto de inflexión. Si logramos alinear esfuerzos, educar a los actores clave, invertir en capacitación y poner al paciente en el centro, podremos pasar del miedo al cambio al deseo genuino de innovar.
La oportunidad es enorme. No se trata de digitalizar por moda, sino de transformar para salvar más vidas, brindar mejor atención y construir un sistema de salud más equitativo, eficiente y humano.