El sector salud en México ha crecido mucho en las últimas décadas, aunque cada vez se nota más la separación entre los sectores público y privado. Nos guste o no, ambos juegan un papel clave en la salud de los mexicanos. Desde la atención primaria hasta el manejo de enfermedades crónicas o las hospitalizaciones, el sector privado ha asumido distintas responsabilidades. Sin embargo, a pesar del gran avance en los últimos años, ninguna empresa puede abarcar todos los servicios de salud. Esto obliga a los pacientes a acudir a diferentes compañías durante su enfermedad, cada una con políticas distintas sobre manejo de datos y colaboración.
Para lograr el tan soñado acceso universal a la salud, la colaboración entre ambos sectores es indispensable. Basta con mirar algunos ejemplos: en Estados Unidos, se implementó una estrategia de vacunación en colaboración con cadenas comerciales, y en México, las farmacias han abierto consultorios de atención primaria para ayudar a miles de personas.
Aunque suenan como historias de éxito, la realidad es que estas iniciativas han generado conflictos entre los actores involucrados. Tener información descentralizada sobre la salud de la población es un riesgo que puede llevar a decisiones equivocadas en políticas del sector salud. Hace unos años, el subsecretario de salud en México destacó los peligros de tener un sector de atención primaria tan disperso representado en los consultorios adyacentes a farmacias, especialmente cuando una gran parte de la población vive con enfermedades crónicas que ni siquiera sabe que tiene.
Hoy en día, el sector privado está enfocado en un modelo centrado en el paciente, lo que suena genial: los pacientes tienen el control de su salud a corto y largo plazo, eligiendo dónde atenderse según lo necesiten. Pero este modelo tiene un gran vacío: casi nunca considera que la información obtenida en cada diagnóstico y tratamiento también podría aportar valor al panorama general del sector salud en el país.
Entonces, ¿cómo logramos que todos ganen? La respuesta corta: tecnología, interoperabilidad, receta electrónica y un Plan Nacional de Salud. Con el auge de big data, tomar decisiones basadas en datos se vuelve indispensable. Pero si no tenemos una plataforma centralizada que analice las tendencias de salud constantemente, los riesgos son mayores que los beneficios. Durante la pandemia de COVID-19, vimos lo valioso que es contar con datos en tiempo real para crear mapas de calor y entender la evolución del virus. Si eso fue posible para una pandemia, ¿por qué no lo hacemos para cada diagnóstico en el mundo?
El tema de la interoperabilidad es complicado. Muchos actores no confían en repositorios externos de datos de salud y, sin un identificador único de pacientes en los expedientes electrónicos, es difícil asegurar la identidad de cada persona. Este problema sigue sin resolverse en la mayoría de los planes de salud digital de los países. Aunque la información generada en la pandemia ayudó a crear proyecciones, la dura realidad es que en muchos casos los datos eran imprecisos, y en otros, simplemente incorrectos.
Aclaro que no estoy criticando estos esfuerzos, que salvaron muchas vidas, sino destacando que todavía queda mucho por hacer en el manejo y disponibilidad de datos para tomar mejores decisiones.
Mientras tanto, más empresas están optando por alternativas privadas para mejorar la salud de sus empleados, con telemedicina, programas de asistencia y médicos en sitio. Este enfoque, aunque útil, sigue ampliando la brecha entre los sectores público y privado, reduciendo la posibilidad de tener una fuente única de verdad para los datos de salud en el país. El gobierno necesita adoptar una visión más a largo plazo, aprovechando las buenas prácticas del sector privado y de otros países.
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Hay esperanza. Algunos estados en México están creando oficinas para colaborar directamente con empresas privadas. Aunque estas alianzas se centran ahora en servicios como rehabilitación postquirúrgica, abren la puerta a más colaboraciones en atención primaria, telemedicina y entrega de servicios a domicilio. Lo importante es que no se pierda de vista el flujo de datos y el valor que puede generar para todo el sector salud.
El potencial de estas colaboraciones para mejorar el acceso a la salud nunca había sido tan relevante. Con un nuevo set de “mejores prácticas” y un grupo motivado de actores públicos y privados, el camino hacia una mayor accesibilidad a través de la colaboración para el sector salud está más claro que nunca.